La Réflex y sus 72 horas exclusivas

28 Ene

Hay algo que nos enerva demasiado a los hiperactivos y es estar pendientes de una sola cosa. Mucho más si es algo que esperamos ansiosos y, todavía más, si esa llegada -que demora días que parecen meses- nos condiciona a postergar actividades que podríamos hacer hoy. Parece neurótico, rebuscado, pero se siente de verdad y potencia al máximo los niveles de nerviosismo e inquietud.

Ayer encontré en una página web de una empresa .cl, la cámara Canon que siempre quise tener. Muy barata, en comparación a lo que se puede encontrar en la tienda más accesible de Uruguay y casi a la par del precio estándar en Estados Unidos. Es Réflex, trae un lente normal, un teleobjetivo, un trípode, un pendrive, una impresora (¿por qué entra en el kit? no sé) y, lo mejor de todo, una mochila profesional.

En tres días viene a visitarme una pareja de amigos chilenos. La oportunidad es única. Llamé a la casa de otros amigos del mismo grupo, de esos que uno considera familia, que viven en Las Condes; les conté mi situación y se rieron; les giré el dinero; me la compraron; “Listo, el miércoles pasan a buscarla por casa antes de ir al aeropuerto de Santiago y te la llevan a Montevideo”. ¡El miércoles! Recién estamos a lunes y mi ansiedad no va a dar abasto.

Para comprarla todavía más barata, con descuento para clientes locales, la pagaron por internet. Eso significa que recién el martes va a llegar el paquete Canon a su casa, que recién el miércoles la pareja de amigos lo va a pasar a buscar para después ir al aeropuerto, y que recién sobre la noche, en la mitad de la semana que apenas comienza, estará en mis manos.

El trámite, para mí, implica tener el triple de espera, que empeora al pensar que realmente dependo de muchos actores (el bancario que me ayudó con el giro, el vendedor, el fletero, mis familiares chilenos, la pareja de amigos, el aduanero, yo misma) que actúen a tiempo, porque una hora de retraso podría invalidar toda la expectativa y obligarme a forzar la calma hasta la próxima visita en marzo.

Igual, ya estoy acostumbrada, porque otra cosa que tenemos los hiperactivos es que siempre andamos con el tiempo justo. Y no sería la primera vez que echo todo a perder por esperar y querer hacer diez cosas al mismo tiempo.